Ruta Tabernas centenarias Madrid (I)

Información de la ruta

  • Distancia Distancia: 2,9 kilómetros
  • Terreno Terreno: 100% Ciudad
  • Salida Lugar de salida: Café Gijón, Madrid
  • Llegada Lugar de llegada: La Cervecería Alemana, Madrid
  • Tipo Tipo: Lineal
  • Dificultad Dificultad: Media

Ruta Tabernas centenarias Madrid (I) que recorre las tabernas más antiguas de la ciudad de Madrid.

Además de tener más de cien años de existencia (algunos más de 200 años), en muchos de ellos se ha escrito la historia de nuestro país.

En estos establecimientos han ocurrido hechos políticos, literarios o sociales que han cambiado el rumbo de la historia o al menos han servido para escribir capítulos de la historia española o madrileña.

Cuando los visitemos disfrutaremos de gastronomía y en muchos de ellos encontramos en las paredes decoraciones de esos hechos históricos sucedidos en dicho local.


1ª Parada: Café Gijón

Comenzamos la Ruta Tabernas centenarias Madrid (I) en el Café Gijón.

Café Gijón, Madrid
Café Gijón, Madrid – enzapatillas.es

El Gran Café Gijón está ubicado entre la Cibeles y Colón, en el Paseo de Recoletos número 21, y fue inaugurado el 15 de mayo de 1888 por el emprendedor gijonés Don Gumersindo García.

En el momento de su apertura, el local estaba dividido en dos partes.

En uno de los lados se servía el café a los clientes que llegaban en carruajes hasta la puerta, en el otro lado estaban las cocheras.

Todavía hoy, aunque tras algunas reformas tanto en el exterior como en el interior, se conserva a fachada exterior de mármol marrón con acabados de madera y tres grandes ventanales que dan a la estrecha acera del Paseo de Recoletos.

Al otro lado de la calzada, se instala la primitiva terraza estival, reformada en el año 2005.

La Terraza del Gijón, Madrid
La Terraza del Gijón, Madrid – enzapatillas.es

El local dispone de un aforo de 35 a 40 mesas y en parte ha sido reformado como restaurante, y mantiene las mesas de mármol negro y algunos de los elementos de la decoración tradicional de los cafés de tertulia, con las paredes forradas de madera, y cuadros donados al café por contertulios artistas.

El suelo es un ajedrezado de baldosas en granate y marfil claro.

A pesar del lujo, no dejaba de ser este café, entre los cientos que había en la época, un simple café de barrio.

El éxito del negocio en los primeros años era precisamente que Recoletos era un lugar de paseo habitual en verano.

En los meses de otoño los paseantes desaparecían, disminuyendo los tertulianos en el Café.

Tertulias

Poco a poco se fueron instaurando las tertulias en sus típicas mesas de mármol; se hablaba de política, de toros y de sucesos.

Los primeros clientes famosos fueron José Canalejas, Santiago Ramón y Cajal, Benito Pérez Galdós, Valle-Inclán y “madame Pimentón”, mujer popular que frecuentaba algunos cafés de la periferia a comienzos del siglo XX.

En 1914 D. Gumersindo traspasó el negocio a un peluquero extremeño que tenía una barbería en la calle Almirante por 60.000 pesetas, con la condición de que nunca cambiara el nombre del local.

Don Benigno López Jabato, además de cumplir con la condición, se dio cuenta de que iba a ser un próspero negocio. Encargó la primera reforma del Café en 1925 al arquitecto Laorga, quien decoró la fachada, incorporó una puerta giratoria y suprimió las cocheras, ampliando el Café.

Al morir Don Benigno López fue su viuda, Doña Encarnación Fernández, quien se hizo cargo del negocio hasta su muerte en 1970.

Bajo su tutela y la de su hija Doña María López Fernández, posteriormente, el literario y artístico Café vivió sus años más gloriosos.

Las primeras tertulias fueron monopolizadas por los hombres: Federico García Lorca, Dalí, Buñuel, Ignacio Sanchez Mejías, se les llegó a unir Ruben Darío… Rafael “El Gayo”, el gran Ramón Gómez de la Serna, Benlliure, Soroya, Eugenio D´ors, Jardiel Poncela, Pedro Muñoz Seca, Arniches.

El Gijón albergó a las primeras grandes mujeres artistas y escritoras: Maruja Mallo, María Blanchar, Celia Gámez, Mercedes Fornica, Carmen de Mora, Angelina Gatell, Adelaida Las Santas, Elena Soriano….y hasta la mismísima Mata-Hari.

Tras la Guerra Civil salió el primer movimiento literario de las mesas del Gijón por los componentes de Nueva Juventud Creadora.

Posteriormente fueron llegando Camilo José Cela, Eusebio García Luengo, Pancho Cosío, Antonio Buero Vallejo y la mayoría de los componentes de la llamada Generación Perdida, la de los 50.

La “tertulia de los poetas” acabó siendo presidida por Gerardo Diego durante varias décadas.

Reformas

En el año 1943 el Café fue rescatado de una inundación de aguas fecales que brotó por la rotura de un canal de distribución suburbano, que hizo que el local tuviera que cerrar durante una semana. Otros negocios cercanos, como Casa Emilio, cerraron, mientras que el Gijón se salvó por la diligencia de un empleado avisando a las autoridades.

En 1949 se llevó a cabo una nueva reforma realizada por el arquitecto Carlos Arniches,  incorporando al salón cuatro espejos fijos a las paredes para que se reflejasen los ya muchísimos ilustres clientes.

El Café logró su gran auge. En aquel mismo año de la reforma Fernando Fernán Gómez creó el premio de novela corta Café Gijón, que se continúa convocando

En su primera edición, él corrió personalmente con los gastos y el premio fue a parar a César González-Ruano. A medida que iban avanzando los años cincuenta el Café se fue instaurando como el lugar de tertulias por excelencia.

La popularidad fue creciendo y pronto lo visitaban los escritores y artistas internacionales de prestigio, como Truman Capote, Ava Gardner, Orson Welles o George Sanders.

En 1963 se acomete una nueva reforma de ampliación por el arquitecto Francisco Inza, quien incorporó un restaurante en el sótano del local, “La Cripta Embrujada”.

En 1986 se tuvo que cerrar el Café y hacer una reparación de urgencia para evitar el derrumbe el techo. Era una época en la que se preparaban las celebraciones del centenario Café madrileño, a festejar en 1988.

En 1998 compró el local Gregorio Escamilla Saceda, quien, tras mas de un siglo con el Gran Cafè Gijón abierto, lo vende en 2025 al Grupo Capuccino.

Café Gijón como inspiración

El Café Gijón ha sido citado constantemente en libros, periódicos, películas; ha sido pintado por prestigiosos artistas. Se han escrito 12 libros al Café, destacando “Crónicas del Café Gijón” de Marino Gómez Santos, “La noche que llegué al Café Gijón” de Francisco Umbral y “La Ronda del Gijón”.

También Sara Montiel incluyó en su álbum “Purísima Sara” la canción «Café Gijón», haciendo referencia al local y a varios de los literatos que lo frecuentaban.

2ª Parada: La Tasca Suprema

La siguiente parada en la Ruta Tabernas centenarias Madrid (I) la hacemos en La Tasca Suprema.

La Tasca Suprema, Madrid
La Tasca Suprema, Madrid – enzapatillas.es

Esta taberna centenaria, situada en el corazón del barrio de Las Salesas, abrió sus puertas en 1890, el mismo año que el metro de Madrid. 

Su cartelería rinde homenaje a esta historia con su característico diseño en forma de rombo. Su nombre, inspirado en la cercanía al Tribunal Supremo, atrajo a figuras políticas y periodistas, consolidando su prestigio y excelencia gastronómica.

A lo largo de su historia ha atraído a numerosos jueces y periodistas.

Como muchas tascas de la época, era un lugar de encuentro donde se servían auténticas comidas caseras

El local mantiene la típica fachada roja de las tabernas madrileña y su interior, conserva una decoración repleta de historia.

También su oferta gastronómica conserva sus raíces históricas madrileña; entre sus platos estrella se encuentran los callos, el cocido, la menestra de verduras, los pimientos rellenos de merluza, el pisto con huevo o el guiso de rabo de toro. 

3ª Parada: Bodega de la Ardosa

Siguiendo la Ruta Tabernas centenarias Madrid (I) llegamos a la Bodega de la Ardosa.

Bodega de la Ardosa, Madrid
Bodega de la Ardosa, Madrid – enzapatillas.es

En 1892, D. Rafael Fernández Bagena creó y fundó la famosa Cadena de Bodegas LA ARDOSA de Madrid.

Propietario de la comarca vitivinícola llamada “La Ardosa” ubicada en tierras de Toledo, D. Rafael decidió comercializar sus vinos en Madrid creando esta popular cadena que llegaría a pasar de la treintena.

D. Gregorio Monje, carnicero de profesión, adquirió la Ardosa en el año 1970 y no fue hasta el año 1979 cuando empezó a trabajarla directamente ayudado de Conchita, su mujer, quien llevará más tarde a La Ardosa a los más prestigiosos concursos de tortilla, y de sus hijos Rafael y Ángel.

Durante los años 80, la familia desarrolló una exitosa labor en este pequeño local, convirtiéndolo en toda una institución cervecera en la capital, y consiguiendo que las primeras cerveceras de Europa le ofrecieron la representación y distribución de sus marcas en exclusiva para Madrid, labor que desarrolló durante más de 15 años.

Hoy en día, se conservaban aún dos de aquellas populares bodegas, cuyas fachadas son una interesante muestra del tópico casticismo​, con decoración de azulejería.

Se considera que la más antigua es la conservada en la calle Colón, 13, inaugurada en 1892.

Se conserva también otra en la calle de Santa Engracia.

Otros locales han sido totalmente reformados, por lo que han perdido toda su identidad y encanto: en Ponzano, 10, en el número 32 de la calle de Abtao y en la calle Avecilla, en Vista Alegre.

4ª Parada: Casa Labra

La siguiente parada en la Ruta Tabernas centenarias Madrid (I) la hacemos en Casa Labra.

Casa Labra, Madrid
Casa Labra, Madrid – enzapatillas.es

Casa Labra se fundó en 1860 en la calle de Tetuán, 12, a muy pocos metros de la Puerta del Sol.

Es famosa por haber sido el lugar donde se fundó clandestinamente el PSOE, el 2 de mayo de 1879, por un grupo de trabajadores e intelectuales, encabezados por Pablo Iglesias Posse, como se recuerda en una placa en la fachada del local.

Placa conmemorativa del nacimiento del PSOE, Casa Labra, Madrid
Placa conmemorativa del nacimiento del PSOE, Casa Labra, Madrid – enzapatillas.es

Se trata de un local en el que se puede comer de pie en una especie de taquilla con mostrador, y la bebida en la barra, lo que mantiene ese ambiente centenario donde se pueden seguir degustando sus míticas tapas de bacalao frito (soldaditos de Pavía) o atún con tomate.

El local mantiene la decoración de antaño, donde destaca un gran espejo de la época con un cartel que dice «El que bien bebe hace lo que debe», recordando la obligación de que nadie se vaya sin pagar.

En un apartado interior se puede sentar y hay servicio de restaurante.

5ª Parada: Lhardy

Continuamos la Ruta Tabernas centenarias Madrid (I) en Lhardy.

Lhardy, Madrid
Lhardy, Madrid – enzapatillas.es

Lhardy se encuentra ubicado en la Carrera de San Jerónimo, 8. Fundado por el francés Emilio Huguenin en 1839, es considerado uno de los primeros y más antiguos restaurantes de Madrid.

A comienzos de siglo XIX, Émile Huguenin era un joven pastelero francés que conoció a muchos exiliados españoles que habían huido a Burdeos tras el Trienio Liberal.

Se desconoce porqué cambió su apellido a “Emilio Lhardy” (quizás se inspiró en el café Hardy de París), pero decidió venirse a Madrid a abrir lo que fue, en una primera época, una pastelería.

Así, en 1839, siendo reina regente Maria Cristina, Huguenin abrió un establecimiento en la carrera de San Jerónimo; por aquel entonces, una de las calles más transitadas de la ciudad.

Distintos testimonios aseguran que las fondas madrileñas a comienzos del siglo XIX no ofrecían buenas comidas para los gustos extranjeros, por lo que, para el viajero internacional, la apertura de Lhardy supuso una alternativa interesante.

Otro hallazgo empresarial de Lhardy fue la opción de servir a domicilio.

Fama

El acontecimiento que lanzó fama a Emilio Lhardy fue la organización del banquete del bautizo del hijo primogénito de José de Salamanca y Mayor, Marqués de Salamanca, en 1841.

La Carrera de San Jerónimo adquiere la importancia de una calle de moda, al estilo de la Rue de la Paix, fisonomía a la que contribuyen algunos años después los escaparates de la joyería de los Mellerio.

A mediados del siglo XIX no se habla en Madrid más que de Lhardy como lugar inevitable de comidas de lujo.

Isabel II hacía escapadas desde Palacio para comer en Lhardy, como después de la Restauración sucedería con Alfonso XII, al que acompañaban el Duque de Sesto, Benalúa, Tamames y Bertrán de Lis.

Hacia 1880, Lhardy hizo una reforma del local que dejó en manos del decorador Rafael Guerrero, padre de la famosa actriz doña María Guerrero y encargado también de la reforma del Café Suizo.

Las reformas pusieron la tienda al estilo de moda en la época con la fachada exterior de caoba de Cuba. En esta época se creó el “dinner Lhardy” y el servicio de “consommé” 

El hijo de Emilio, Agustín Lhardy Garrigues, empieza a hacerse cargo de las gestiones del restaurante, compaginando estas labores con su profesión de pintor.

Se dedica por completo al restaurante al fallecer su padre en 1887.

Siglo XX

La muerte de Agustín Lhardy el 3 de abril de 1918 hace que pase el negocio a su hijo político Adolfo Temes Nieto.

La situación se complica con la Primera Guerra Mundial, pero Adolfo Temes continua en el estilo de los anteriores dueños.

Continúan las cenas y almuerzos de celebración, con personajes ilustres como Ramón Gómez de la Serna o Miguel Primo de Rivera.

Cuando terminó la Guerra Civil, en Lhardy volvieron a reunirse figuras de la intelectualidad española.

Hoy en día el restaurante pertenece al Grupo Pescaderías Coruñesas, pero sigue siendo uno de los más emblemáticos de la ciudad.

Distribución

Como hemos visto, sus mesas se han llenado de importantes personajes de todos los ámbitos. Dispone de dos plantas.

Abajo está la tienda, donde se puede degustar su afamado consomé o adquirir su repostería. Arriba, sus salones clásicos y espectaculares reservados. 

Reconocido por su popular cocido. Platos recuperados, como el pato canetón a la naranja, y otros nuevos, como el solomillo Wellington o la perdiz en escabeche.

Los salones que posee Lhardy se distribuyen en dos plantas, en la primera está el Salón isabelino (decorado con cuadros de Agustín Lhardy) y el famoso Salón japonés de pequeñas dimensiones que debe su nombre a las telas de sus paredes y a las lámparas que lo decoran.

En la segunda planta se encuentran los salones Sarasate, Gayarre y Tamberlick.

Entre los comedores de Lhardy, el que guarda más secretos de la historia de España es el Salón Japonés, donde se desarrollaron toda suerte de conspiraciones y conciliábulos.

Fue el rincón preferido del general Primo de Rivera para reuniones reservadas de ministros y personalidades de la Dictadura y, por contraste, aquí se decidió el nombramiento de don Niceto Alcalá Zamora como presidente de la República.

Al cobrar importancia el restaurante, poco a poco personajes famosos se disputaban por asistir a sus mesas.

Se celebraban reuniones importantes y en la mayoría de los casos los precios por cada plato eran altos.

Esto hace que se escribieran distintas sátiras sobre el restaurante (que seguramente hoy estarían de moda total). Intenta rapearlo:

El que en su tienda repara
en apetito se enciende
y la vista no separa;
por eso lo que nos vende
cuesta un ojo de la cara.

6ª Parada: La Casa del Abuelo

La siguiente parada en la Ruta Tabernas centenarias Madrid (II) la hacemos en La Casa del Abuelo.

La Casa del Abuelo, Madrid
La Casa del Abuelo, Madrid – enzapatillas.es

En 1906 el toledano Baldomero y su mujer Eloísa inauguran esta taberna bajo el nombre de “La Alicantina” por ser la capital levantina el lugar de donde procedía en vino que servían.

En aquella época, las tabernas eran locales donde se vendía vino, bien en frascas o bien ara tomar en el local.

Sin embargo, desde el principio, el vino del Abuelo se servía con unas rosquillas dulces que hacían las delicias de los clientes.

Posteriormente, en los años 20, Baldomero comenzó a ofrecer bocadillos a sus clientes, convirtiéndose en la primera taberna que vendía chorizo, anchoas o sobrasada dentro de un pan.

Llegó a vender más de 1.500 bocadillos en un solo día.

Postguerra

Con la guerra civil y la dura postguerra se hace imposible mantener los emparedados en la carta.

Es la época del estraperlo, y en la taberna sufren también las escaseces propias.

En el mercado de la Puerta de Toledo, Baldomero compró lo más barato que encontró: varios kilos de gambas a precio de coste.

Por sorpresa, descubrió que, a la plancha, “maridaban” fantásticamente con su vino dulce de la casa…y aquí nació una leyenda!.

Por 1,60 pesetas, las gambas a la plancha acompañadas de un vaso de vino se convierten en un éxito inmediato. 

Posteriormente, las servirán también al ajillo y, en la actualidad, también se elaboran a la gabardina e incluso en forma de croquetas de gamba roja.

En los años 50 Patricio Ruiz, abuelo de los actuales dueños, decidió fabricar él mismo el vino en sus propias bodegas.

Obtuvo un vino dulce tan rico que el público empezó a llamarlo cariñosamente vino El Abuelo.

Actualidad

En 1990 se retiró el rótulo de La Alicantina del establecimiento para adoptar el nombre con el que el público tiempo atrás lo había bautizado gracias a la fama de su vino: La Casa del Abuelo.

Cuatro generaciones después, La Casa del Abuelo es uno de los pocos establecimientos centenarios de Madrid que sigue siendo gestionado por la misma familia.

Hoy en día La Casa del Abuelo cuenta con cuatro sucursales: la más antigua es esta de la calle Victoria 12, la segunda de ellas en la calle Núñez de Arce 5, la tercera de ellas en la calle Goya 57, y la cuarta en la calle Toledo, 11 (cerca de la Plaza Mayor).

Por esta mítica taberna de la calle Victoria han pasado nombres como Camilo José Cela, Valle Inclán, Andy Warhol, Danny Devito, o Ernest Hemingway.

7ª Parada: Cervecería Alemana

Terminamos la Ruta Tabernas centenarias Madrid (I) en la Cervecería Alemana.

Cervecería Alemana, Madrid
Cervecería Alemana, Madrid – enzapatillas.es

La Alemana nace el 20 de marzo de 1904 de manos de un grupo de industriales alemanes, en el entonces nº 7 de la Plaza de Santa Ana.

El local se abrió al público para el exclusivo consumo de cerveza, contando con una decoración que se ha mantenido prácticamente inalterada hasta nuestros días, aunque hayan desaparecido la chimenea prusiana y el gran espejo bávaro que en los primeros años adornaban sus paredes.

En 1924, Ramón González Peláez se hizo cargo de La Alemana, iniciando así un negocio familiar que, tras dos generaciones, sigue en manos de sus descendientes.

En 1980 el local fue reconocido como Establecimiento Tradicional Madrileño en la categoría de los negocios centenarios por la Cámara de Comercio de Madrid.

La Alemana ha sido frecuentada desde funcionarios de la embajada americana, a escritores y personajes de renombre, pasando por diverso personal asociado a la vida del Teatro Español y del Ateneo de la calle del Prado.

Entre otros, podemos destacar personalidades de la talla de Luis Miguel Dominguín, Ava Gardner, Ernest Hemingway, Ramón del Valle Inclán, Enrique Jardiel Poncela, María Guerrero, Cagancho, Rafael El Gallo, Diego Puerta, Palomo Linares, Gloria Fuertes, Alex de la Iglesia, Silvia Marsó, Fernando León, Candela Peña o Pilar Miró.

Sin duda, la visita más recordada y que seguramente nadie va a olvidar nunca es la de “Polvorilla”, caballo que se coló dentro de la Alemana un buen día de 1955 para asombro de todos.

El animal vino desde Getafe porque echaba de menos a su amo, Juan «el Pavo», un tratante que estaba tranquilamente tomando su cerveza en el interior del local.


Puedes continuar recorriendo tabernas centenarias en la Ruta Tabernas centenarias Madrid (II).


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