El 29 de abril de 1894 se inaugura en Madrid un frontón para albergar juego de pelota vasca, que alcanzó gran popularidad en la capital a finales del siglo XIX.
Se encuentra en pleno barrio de Chamberí de la ciudad de Madrid, concretamente en la Calle Marqués de Riscal, 7.
El frontón Beti Jai (siempre alegres, en vasco) fue el frontón más conocido de los habido en la ciudad de Madrid en esa época.
Su arquitecto fue Joaquín Rucoba, arquitecto también de obras como el teatro Arriaga o el Ayuntamiento de Bilbao.
El estilo arquitectónico de la fachada es eclecticismo. En el interior podemos destacar un estilo neomudéjar, acompañado con el hierro, tan característico de las construcciones del siglo XIX.
El presupuesto con el que se construyó el Frontón Beti Jai fue de unas 500.000 pesetas.
El frontón Beti Jai se encuentra en una parcela de 3.600 m2 con más de 10.000 m2 construidos.
La cancha, al aire libre, tiene 67 m de largo, 20 de ancho y 11 de alto. Alrededor de la cancha se articulan las gradas, en forma semielíptica.
Tenía capacidad para 4.000 espectadores, en gradas colocadas en cuatro plantas.
Dejó de funcionar en 1918 y A partir de 1919 tuvo distintos usos. Durante la guerra civil fue una comisaría, y durante los primeros años del franquismo era usado para ensayar las bandas musicales de la Falange. A mediados del siglo XX se vendió a Citroën, que lo usó como taller.
En 1991 fue declarado Monumento Nacional. Y en 2011 fue declarado Bien de Interés Cultural.
En 2015 el ayuntamiento de Madrid lo adquiere, tras un proceso de expropiación, momento en el que inicia su rehabilitación.